miércoles, 18 de marzo de 2009
Su gran proyecto acababa de empezar. Guillermo viajó a Madrid, al estudio de Don Victor de los Ríos para medir la base de las imágenes. Victor se quedó sorprendido con la calidad de las obras de Guillermo lo que le llevó a proponerle para en un futuro formar parte de su equipo.

Las maderas llegaron. Fueron maderas de excelente calidad, de Ukola, traidas desde Guinea. Estas fueron adquiridas en el almacén local de maderas "Contreras" llevándose desde ahí al taller de José García Calvache situado en la calle "La Rosa". El Sr. García Calvache se encargó de cortar, adecuar y ensamblar las maderas para que Guillermo le diera "vida" con su gubia.
Guillermo trabajó duro durante meses. Empleaba más de doce horas al día, incluyendo domingos y festivos. Una vez terminado uno de los costados fue expuesto en el escaparate del comercio "La Verdad" durante la Semana Santa de 1956.
Al año siguiente, la monumental obra de Victor de los Ríos llegó a Linares. Guillermo ya tenía su trono prácticamente acabada. Tan solo quedaban unos últimos retoques que se alargaron hasta la misma víspera del Domingo de Ramos de 1957. El trono se estuvo preparando y montando en el local de la "Báscula", en la calle Tetuán. Guillermo estuvo allí hasta altas horas de la madrugada ultimando los detalles.
Cuando volvió a la mañana siguiente se encontró ante una situación inesperada. El mismísimo Victor de los Ríos, martillo en mano, se encontraba rompiendo los remates superiores del trono. Tapaban los pies de los apóstoles y no se podía consentir, pensaría Don Victor. Guillermo se quedó paralizado y rompió a llorar ante el "sacrilegio" que se le estaba haciendo a su querida obra. Desconsolado se fue a un rincón. Uno de los aprendices que acompañaban a Don Victor se acercó a él y le dió un pañuelo para que se secara las lágrimas. Don Victor no sabía que aún quedaba por colocar una peana para elevar el grupo escultórico salvando así esos remates, ya tan destruidos como el corazón de Guillermo.

Este hecho dió al traste con el prometedor futuro de Guillermo como integrante del equipo de Don Victor. Así, se juró a si mismo no volver a realizar ningún paso más en su vida.

Continuará ...

3 comentarios:

Un gesto de soberbia por parte de de los Ríos.

Anónimo dijo...

Sin duda alguna

Anónimo dijo...

Que Víctor de los Ríos era un prepotente lo saben en León, en Madrid, en Linares y también en Sevilla, donde tuvo sus roces con Hernández Díaz. Fruto de su soberbia se quedó Sevilla sin un monumento qué le iban a encargar a él.

Saludos

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