domingo, 13 de octubre de 2013
Y llegó el día que tanto habíamos esperado e imaginado, el día de la Procesión Magna linarense, bautizada con el nombre de "Regina Fides". Fue concebida como una peregrinación mariana hasta la Plaza de la Coronación (Glorieta de América), donde allí estarían esperando las dos imágenes que levantan más fervor en Linares: la Patrona, la Virgen de Linarejos y Ntro. Padre Jesús Nazareno. Hasta allí subirían las vírgenes dolorosas de las diversas cofradías de pasión de la ciudad. Y así sucedió.

Poco antes de las cuatro de la tarde empezaba la gran peregrinación mariana. A esa hora las puertas de Santa María La Mayor y San Francisco de Asís abrían sus puertas. Desde el primero hacía su salida Ntra. Sra. de la Paz, de la hermandad de la Santa Cena. Fue una estampa insólita ver salir a esta dolorosa por la puerta principal del templo, la puerta de la Asunción. Que sepa, nunca antes había hecho su salida desde esa puerta. En silencio y con aún poca gente hacía su salida y se dirigía por la cuesta de Santa María hacia la Plaza del Ayuntamiento. Detrás le siguieron Ntra. Sra. de Gracia de la hermandad de la Oración en el Huerto, Ntra. Sra. de la Amargura, de la hermandad de la Columna, y Ntra. Sra. de los Dolores de la hermandad del Nazareno de la Estación de Linares-Baeza. Todos los cortejos en silencio y con los pasos sin palio a excepción de la Ntra. Sra. de Gracia.



Justo a  la hora que la Virgen de la Paz se ponía en la calle lo hacía el paso de misterio de Ntro. Padre Jesús Nazareno. Su paso dorado, en silencio y arropado por sus trompeteros se dirigía en solitario hacia la Plaza de la Coronación. Minutos después, por Isaac Peral también discurrirían los cortejos del Mayor Dolor y de la Soledad. 



Por último, desde Santa Bárbara, Ntra Sra. de las Penas, la dolorosa de la hermandad del Descendimiento, iniciaba su andadura camino del centro de la ciudad. También en silencio y sin la Vera-Cruz detrás.

En el centro neurálgico de Linares, las "Ocho Puertas" se encontrarían las tres columnas de cortejos: la procedente de Santa María, la procedente de San Francisco de Asís, y la procedente de santa Bárbara, para formar la "Regina Fides". Me resultó un momento muy emocionante llegar al corazón de Linares y encontrarlo lleno de gente y con pasos en cada una de sus arterias. 

Encabezaba la gran peregrinación la Cruz de Guía de la Santa Cena. Los cortejos iban ordenados cronológicamente según el día de en que la cofradía hacía estación de penitencia. Surgieron multitud de estampas insólitas al conjugar esos pasos con el marco del Paseo de Linarejos. Tan solo el Nazareno tenía la "experiencia" de haber transitado por esa via de Linares pero no en ese horario. 

En la Plaza de la Coronación aguardaba el paso del Nazareno y de la Virgen de Linarejos, que horas antes había salido desde el Santuario. Las dos imágenes más veneradas de la ciudad presidirían el altar en la Eucaristía que se celebraría cuando todo el cortejo hubiera llegado a la plaza.

La misa finalizó pasadas las nueve y cuarto de la noche. Tras ello se emprendió la marcha de regreso de la gran peregrinación mariana. Cada paso ya acompañado musicalmente inició el descenso del Paseo de Linarejos. 

El cortejo de las Penas encabezaba esta vez el regreso a los templos. Este se desvió por la calle La Cruz para llegar a la Fuente del Pisar y enfilar la Cuesta de San Pedro. Le sudecían por el Paseo de Linarejos el cortejo de la Soledad, Dolores del Nazareno de la Estación Linares-Baeza, Paz, Gracia, Amargura, Mayor Dolor, y cerrando, el paso de misterio de Ntro. Padre Jesús Nazareno.



Sin duda el paso que más expectación levantó y más gente atrajo fue el del Nazareno. El Señor de Linares arropado por sus trompeteros y acompañado por los sones de la centuria, transitaba por Paseo, Corredera e Isaac Peral como si de un Viernes Santo se tratase. Los toques de los trompeteros nos volvían a poner el vello de punta. Ese sonido tan linarense, ese sonido tan de nuestra semana santa, de nuestras raices.


A las una y media de la madrugada, Ntro. Padre Jesús Nazareno hacía su entrada en el templo de San Francisco. 


Nuestra procesión magna tocaba a su fin, esa "Regina Fides" que tanto habíamos imaginado y soñado. Y así, con la llegada de Ntra. Sra. del Mayor Dolor a su casa de hermandad pasadas las dos de la madrugada finalizaba un día inolvidable. Un día que quedará en la historia de nuestra Semana Santa. 

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